Se suele considerar que un índice excesivo de fracturas de cadera es un indicador fiable de osteoporosis, una enfermedad de los huesos que afecta especialmente a las mujeres después de la menopausia. Es común oír que la osteoporosis se debe a una ingesta insuficiente de calcio, razón por la cual los responsables de las políticas sanitarias suelen recomendar un mayor consumo de dicho mineral. Los productos lácteos son particularmente ricos en calcio, de manera que la industria de estos productos se afana por respaldar todos los esfuerzos que sean necesarios para fomentar el consumo de calcio. En cierto sentido, estos esfuerzos están relacionados con las recomendaciones de beber leche para tener huesos fuertes.
Sin embargo, algo está sucediendo, porque esos países donde se registra un gran consumo de leche de vaca y de sus productos derivados tienen los mayores índices de fracturas y los huesos más frágiles. Podemos encontrar una posible explicación en un informe que demuestra una asociación tan sólida como impactante entre la ingesta de proteínas animales y los índices de fracturas óseas en mujeres de diferentes países. Un informe realizado por investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Yale, resume los datos sobre la ingesta de proteínas y el índice de fracturas que se presentaron en treinta y cuatro estudios realizados en dieciséis países; dichos datos fueron divulgados en veintinueve publicaciones científicas debidamente revisadas por colegas. Todos los sujetos estudiados eran mujeres con edades a partir de los cincuenta años.
«Se descubrió que un sorprendente 70% de las fracturas se podía atribuir al consumo de proteínas animales. «
Campbell, T. Colin; Campbell, Thomas M.. El Estudio de China
Los investigadores explicaron que las proteínas de origen animal, a diferencia de las vegetales, incrementan la carga ácida de nuestro organismo, lo que significa que tanto nuestra sangre como nuestros tejidos se tornan más ácidos. Al cuerpo no le gusta este entorno ácido y comienza a combatirlo. Para neutralizar el exceso de acidez, utiliza el calcio, que actúa con gran eficacia. Pero este calcio debe proceder de algún sitio y el organismo termina por extraerlo de los huesos, que con el paso del tiempo, se debilitan y corren mayor riesgo de fracturarse.
Desde hace más de cien años sabemos que las proteínas de origen animal atentan contra la salud de nuestros huesos. Por ejemplo, la explicación de que producen un exceso de ácido metabólico se sugirió por primera vez en la década de 1880 y fue documentada en 1920. Sabemos también que las proteínas de origen animal son más efectivas para aumentar la carga de ácido metabólico en el organismo que las de origen vegetal.
Cuando las proteínas animales provocan un aumento del ácido metabólico y el organismo extrae el calcio de los huesos, también se incrementa la cantidad de calcio presente en la orina. Este efecto se determinó hace más de ochenta años y ha sido estudiado en detalle desde la década de los años setenta. En 1974, 1981 y 1990, se publicaron resúmenes de dichos estudios, cada uno de los cuales demuestra manifiestamente que la cantidad de proteínas animales que muchos de nosotros consumimos a diario es capaz de causar un aumento sustancial del calcio presente en la orina.
Duplicar el consumo de proteínas (en particular, las de origen animal), pasando de 35 gr a 78 gr/día, causa un incremento del 50% de calcio en la orina, un porcentaje alarmante. Otro estudio de seis meses de duración, que fue financiado por el Centro Atkins, descubrió que las personas que habían adoptado la dieta Atkins excretaban un 50% más de calcio a través de la orina después de seis meses de seguir la dieta.
Las observaciones iniciales sobre la asociación entre la ingesta de proteínas animales y los índices de fracturas óseas son impresionantes, y ahora tenemos una explicación convincente de la forma de actuar de dicha asociación, es decir, su mecanismo de acción.
Los procesos que desencadenan enfermedades rara vez son tan simples como para que “un mecanismo lo haga todo”, pero el trabajo que se está realizando en este campo constituye un argumento sólido. En 2000 se publicó un estudio más reciente, elaborado por el Departamento de Medicina de la Universidad de California, en San Francisco. Utilizando ochenta y siete trabajos de investigación realizados en treinta y tres países, el estudio comparaba la proporción del consumo de proteínas vegetales y proteínas animales respecto el índice de fracturas de huesos. El hallazgo fue que un elevado consumo de proteínas vegetales y no animales estaba fuertemente vinculado con la práctica desaparición de las fracturas.
El Grupo de Investigación de Fracturas Osteoporóticas de la Universidad de California, en San Francisco, publicó otro trabajo en el que participaron más de 1,000 mujeres con edades a partir de los sesenta y cinco años. Al igual que en la investigación realizada en varios países, los científicos calificaron la dieta de las mujeres basándose en las proporciones de proteínas de origen animal y vegetal. Después de un seguimiento de siete años de duración, se observó que las que habían consumido una mayor cantidad de proteínas animales que vegetales habían sufrido fracturas óseas 3.7 veces más que aquellas con un consumo inferior. Además, durante el mismo periodo, la pérdida de masa ósea de las integrantes del primer grupo se había producido casi cuatro veces más rápidamente que la de las mujeres con un consumo inferior de proteínas animales.
Campbell, T. Colin; Campbell, Thomas M.. El Estudio de China (Spanish Edition) (pp. 230-232). BenBella Books. Kindle Edition.