No tenemos el sol que teníamos antes. Aunque los titulares de las noticias se centren en los peligros de la exposición al sol y nos adviertan del agotamiento de la capa de ozono y del riesgo de los rayos ultravioletas (UV), el auténtico peligro es que no tomamos suficiente sol. En los dos últimos siglos, la luz solar ha disminuido enormemente. Lo que hoy en día consideramos un cielo despejado no tiene un azul tan brillante como solía tener. Si retrocedieras en el tiempo a un día soleado de hace doscientos años, te quedarías anonadado; sería como limpiar unas gafas empañadas para revelar un mundo cristalino.
Hoy en día los cielos están cubiertos de contaminación y sustancias químicas. No estoy hablando de las nubes que tapan el sol; me estoy refiriendo a una neblina blancuzca llena de bario que actúa como pantalla para el sol e impide que este la atraviese y que sus rayos nos lleguen con toda su fuerza. Si consideramos el pánico tan extendido que provocan los rayos UV por el peligro que suponen para nuestra salud, una menor incidencia de luz solar puede parecer algo bueno. Sin embargo, te aseguro que no lo es. En la última década, los periodos de crecimiento fundamentales del verano se han vuelto más fríos y determinados cultivos están dando unos rendimientos inferiores. Aunque sigue habiendo periodos estivales calurosos, estas caídas de temperatura en momentos clave están trastornando la vida vegetal. Y la culpa la tiene la menor incidencia de la luz solar.
“Nuestros cielos ya no son tan claros como solían ser y eso perjudica a la economía, por no hablar de la salud y del sustento de muchas personas.”
Anthony William, Medical Medium
Esta situación está amenazando a muchos países del mundo. Hoy en día, en muchos lugares resulta raro ver un brillante cielo azul. Lo que se ve más bien es una neblina que emborrona los objetos y que está provocada por contaminantes —como los metales vaporizados, la radiación y las sustancias químicas que están «empañando» la luz solar…— aunque, técnicamente, no haya ni una nube en el cielo. Esta neblina que se adueña del cielo no es lo mismo que el smog, que se instala más cerca del suelo.
Y no es solo un problema para las plantas. Aunque creemos que el único beneficio que nos proporciona el sol es la vitamina D, las investigaciones científicas están aún por descubrir que, al igual que las plantas, nuestros cuerpos también realizan un tipo de fotosíntesis. Dependemos del sol para aumentar la producción de diversas enzimas, minerales, vitaminas y otros nutrientes con los que revitalizar nuestro organismo. Menos sol significa una vida más corta, y una carencia absoluta de luz solar de calidad significa nuestra extinción. Si queremos permanecer a salvo frente a esta situación, tenemos que saber lo que está sucediendo.
William, Anthony. Médico Médium: Alimentos que cambian tu vida (Spanish Edition) (Function). Kindle Edition.