La sal marina natural contiene 92 minerales esenciales, mientras que la sal adulterada (un subproducto químico) tan sólo contiene dos elementos: sodio (Na) y cloro (Cl). Cuando las células sufren una dieta escasa en oligoelementos, pierden la capacidad de controlar sus iones. Esto tiene graves consecuencias para el cuerpo humano. Aunque tan sólo se pierda el equilibrio iónico durante un minuto, las células del cuerpo comienzan a explotar. Esto puede desencadenar enfermedades nerviosas, trastornos cerebrales o espasmos musculares, así como un colapso en el proceso regenerador celular.
Una vez ingerida, la sal marina natural (agua marina reconstituida) permite que los líquidos atraviesen totalmente las membranas corporales, las paredes de los vasos capilares y los glomérulos (unidades de filtración) de los riñones. Ello, a su vez, permite que las células proporcionen mayor nutrición a través del fluido intracelular enriquecido. Por otra parte, los riñones, completamente sanos, pueden eliminar esos flujos salinos naturales sin ningún tipo de problema, algo esencial para mantener la concentración de los fluidos corporales en buen equilibrio. En cambio, la sal refinada puede representar un gran riesgo para el cuerpo, ya que impide la libre circulación de líquidos y minerales, y provoca que los líquidos se acumulen y estanquen en las articulaciones, en los conductos y nódulos linfáticos y en los riñones. Este efecto deshidratante que produce la sal refinada puede derivar en la formación de cálculos biliares, así como en otros muchos problemas de salud.
«El cuerpo necesita sal para digerir adecuadamente los hidratos de carbono. Cuando la sal es natural, la saliva y las secreciones gástricas pueden asimilar con facilidad las fibras de los hidratos de carbono. Disuelta e ionizada, la sal facilita el proceso digestivo y limpia el tracto gastrointestinal.»
Andreas Moriz
La sal de mesa procesada ejerce, en cambio, el efecto contrario. La industria, a fin de que la sal no absorba humedad y el consumidor no la vea apelmazada, añade desecantes químicos, así como diferentes blanqueadores. Tras todos esos procesos, la sal ya no puede mezclarse o combinarse con los fluidos del organismo, lo cual, invariablemente, socava los procesos metabólicos y químicos del cuerpo. Las consecuencias más obvias del consumo de sal son retención de líquidos, presión alta y problemas renales. La sal refinada se añade a miles de alimentos preparados. Más del 50% de la población norteamericana sufre retención de líquidos, principal causa de obesidad y sobrepeso.
Antes de producirse comercialmente, la sal se consideraba el producto más preciado de la Tierra, incluso más que el oro. En tiempos de los celtas (siglo v a. C.), la sal se utilizaba para tratar dolencias físicas y mentales, quemaduras graves y otros trastornos. Las investigaciones han demostrado que el agua de mar restablece el desequilibrio hidroelectrolítico, un problema que ocasiona pérdida de respuesta inmunológica, alergias y otros muchos problemas de salud. Hoy en día, la sal ha adquirido tan «mala reputación» que la gente le teme, del mismo modo que teme el colesterol y el sol. Muchos médicos recomiendan a sus pacientes que no tomen sodio ni alimentos ricos en sodio. Pero seguir una dieta sin sal también significa correr el riesgo de sufrir una pérdida de minerales y oligoelementos, así como otras numerosas complicaciones. La sal sin refinar satisface la necesidad del organismo de este mineral sin tener que preocuparse del equilibrio hidroelectrolítico. Si incluimos en nuestra dieta una cantidad adecuada de potasio en su forma natural, no tendremos que preocuparnos de la relativamente escasa cantidad de sodio que contiene la sal natural. Entre los alimentos especialmente ricos en potasio se encuentran los plátanos, los albaricoques, los aguacates, las semillas de calabaza, las patatas, las calabazas y muchas otras verduras. Sin embargo, si los niveles de potasio en el organismo descienden por debajo de lo normal, el sodio (incluso el de la sal natural) puede llegar a ser un problema.
La sal céltica (sal gris) es particularmente buena para su consumo, pues se extrae de manera natural y se seca al sol. Existen otras sales excelentes que pueden encontrarse en tiendas o cooperativas de productos biológicos. Algunas de ellas son multicolores, mientras que otras son rosáceas. La sal del Himalaya se considera la mejor y más nutritiva de ellas. Si se toma disuelta en agua o se añade al agua de las comidas, tiene efectos muy positivos a nivel celular. La sal sin refinar contribuye también a limpiar y desintoxicar el tracto gastrointestinal y mantiene a raya a los gérmenes.
Moritz, Andreas. Limpeza de Hígado y de Vesícula (SALUD Y VIDA NATURAL) (Spanish Edition) (pp. 133-134). EDICIONES OBELISCO S.L.. Kindle Edition.