El simple hecho de que estos productos contengan fragancias que nos han enseñado a identificar como agradables, ya sea en nuestro hogar o en nuestro cuerpo, no significa que sean seguras. Estas son algunas de las sustancias químicas más peligrosas que deben preocuparnos porque dan lugar a un futuro de falta de salud: Ambientadores, velas perfumadas, detergente de ropa convencional, suavizante, perfume, colonia y loción para después del afeitado.
Creemos que al usar un ambientador estamos creando un entorno más agradable. Sin embargo, en el momento en que enchufamos el aparato, nuestro sentido del olfato queda instantáneamente inhabilitado. Cuando vives en una casa o trabajas en una oficina o en algún otro lugar en el que un ambientador de enchufar está constantemente esparciendo aceite cargado de sustancias químicas por el aire, es posible que dejes de olerlo. Una vez conectado a la pared, mucha gente se olvida de que está ahí y no se da cuenta de si se ha terminado porque las paredes, la ropa de la cama, los almohadones, los muebles, los conductos de ventilación y las persianas se han saturado del aroma. Y mientras perdemos la sensibilidad a él, es casi imposible que olamos cualquier otra cosa.
“Estos venenos vaporizados químicamente perfumados dañan los pulmones. Sus residuos cerosos y aceitosos se acumulan en sus cavidades. “
Medical Medium
Si no fumas pero te encantan estos ambientadores, más te valdría eliminarlos y empezar a fumar. Como lo oyes. Fumando tienes más probabilidades de disfrutar de una salud y una vitalidad duraderas sin enfermedades complicadas que respirando ambientadores de enchufar un día sí y otro también. ¿Te das cuenta de la magnitud del problema?
La película aceitosa que producen no afecta solo a los pulmones. Acaba llegando al hígado cuando, de estos, pasa a la sangre. Además, lo tragamos cuando respiramos por la boca, con lo que va a parar al tracto intestinal de donde entra en la sangre y se dirige también al hígado. Los residuos en este órgano pueden reducir su función. Si un cirujano realmente interesado abriera el cuerpo de un paciente que ha vivido durante años en un espacio muy saturado de ambientador, olería el perfume que sale de la sangre y las células.
Las sustancias químicas de los aromas sintéticos pueden empeorar rápidamente el funcionamiento del sistema inmunitario. ¿Qué significa esto? Cuando penetran en la sangre, las células asesinas naturales, los linfocitos y otros glóbulos blancos las absorben, lo que los debilita al instante e incluso mata a algunos. Los glóbulos blancos necesitan sangre limpia, fresca y oxigenada; con los perfumes químicos, se disminuye su cantidad. La exposición a una dosis elevada de ambientador, velas perfumadas, colonias, perfumes y demás puede suponer tres o cuatro días con el sistema inmunitario debilitado y reducido. Los patógenos pueden aprovecharse de ello y atacar, sobre todo porque los aromas sintéticos químicos alimentan también a los virus y a las bacterias y les permiten prosperar y reproducirse, lo que da lugar a más enfermedades.
“A las personas propensas a sufrir infecciones de las vías urinarias, sinusitis o brotes de fibromialgia, EM/SFC, lupus, esclerosis múltiple, eccema, psoriasis o hashimoto se les pueden exacerbar después de haber estado expuestas a este tipo de perfumes. “
Medical Medium
La idea de enchufar un aparato que suelte un aroma que nos haga evocar las flores silvestres puede parecer estupenda. Lo que pasa es que no son fragancias reales. Son sintéticas, creadas en una fábrica, formuladas por un grupo de personas que prueban olores alrededor de la mesa de un laboratorio y escogen el que más les gusta. Los ambientadores en aerosol y las velas perfumadas son igual de malos. Aunque digan que son «fragancias naturales», no te dejes engañar. Es la misma táctica que emplean cuando ponen «aromas naturales» en la lista de ingredientes de un alimento para esconder el glutamato monosódico. Hoy en día es difícil encontrar un espacio cerrado libre de olores químicos. Cuando nos mudamos de casa, resulta complicado encontrar un piso o una casa que no tenga restos de perfume en las paredes. Por ahí afuera, estamos más expuestos a ellos que nunca en las tiendas, en los centros comerciales, en los hoteles, en los restaurantes, en las oficinas, en las casas de amigos y familiares y en los lavabos públicos. Métete en un taxi o en un VTC y lo más probable es que notes un ambientador saliendo por las boquillas de ventilación. Podemos olerlo simplemente cuando estamos cerca de personas que llevan en su ropa el perfume del ambientador de su casa… además del detergente de la ropa, el suavizante, el desodorante, el champú, los productos para el pelo, las lociones, la colonia o el perfume que usen.
Vivimos en un mundo en el que la sensibilidad a las sustancias químicas es cada vez más prevalente. Esto significa que las exposiciones a este tipo de productos no son solo una pesadilla para las personas que ya la sufren sino que están creando casos nuevos en aquellas que no la tenían. Hace años, eran los mayores los que solían quejarse de los olores diciendo: «Necesito aire fresco», «¿Puedes apagar el fuego», «Cierra la ventana, por favor», «Cierra la puerta, que entra el polvo» o «No me gusta el olor de esa colonia». Eran los que habían vivido lo suficiente como para desarrollar una sensibilidad. Ahora, las cosas han cambiado. Los jóvenes están desarrollando a toda velocidad intolerancias a las sustancias químicas como consecuencia de tantas cosas a las que están expuestos y las quejas de las generaciones anteriores no son nada en comparación con lo que las más jóvenes tienen que afrontar.
Ahora bien, no dejes que todo esto te suma en el miedo y en el caos. Cuando estemos por ahí, podemos tomar medidas para evitar en lo posible estos perfumes. Por ejemplo, podemos no pasar junto al mostrador de perfumes de los grandes almacenes, comprar productos sin aromatizar o perfumados solo con aceites esenciales puros para el baño, el cuerpo y la ropa y encontrar una alternativa para la cafetería de la esquina donde tienen velas encendidas. Sin embargo, como no siempre es posible —no podemos pedirle a la persona que viaja en el tren a nuestro lado que se vaya a su casa, se duche y lave su ropa con detergente sin perfume—, al menos sí podemos convertir nuestro hogar, nuestro coche y los lugares en los que pasamos mucho tiempo en oasis libres de ellos. Si tenemos algo de voz y voto en nuestro lugar de trabajo, lo ideal sería establecer políticas libres de aromas. Y, por supuesto, como es imposible esquivar todas las exposiciones, las limpiezas son fundamentales para así liberarlos y reconstruirnos constantemente.
William, Anthony. Médico Médium, Limpiar para sanar (Spanish Edition) (pp. 72-75). (Function). Kindle Edition.