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El reloj del cuerpo humano

La salud de cada célula del cuerpo depende, pues, del grado en que dejamos que nuestro cuerpo se sincronice y esté en armonía con los ciclos del día y de la noche.
Mujer durmiendo en la noche

Todo reloj biológico impone un ritmo específico o un comportamiento cíclico a un grupo de células, a un órgano o a una glándula endocrina. Los diferentes relojes personales o relojes biológicos están intrínsecamente vinculados a un reloj central. Este reloj coordina los relojes biológicos entre sí y se asegura de que cada actividad del cuerpo se lleve a cabo según su plan maestro. Ese plan maestro no es otro que el del constante esfuerzo del organismo por mantener un equilibrio perfecto. 

El reloj central está controlado por el ciclo más importante, llamado ritmo circadiano. El ritmo circadiano induce a la actividad por la mañana y a la relajación por la noche. El Sol es la principal fuente de vida en el planeta. Tanto las formas de vida orgánicas como las inorgánicas precisan luz o energía solar para su existencia, y lo mismo ocurre con los seres humanos. La rotación de la Tierra sobre su propio eje y alrededor del Sol crea determinados ciclos de día y noche, así como cambios estacionales. Esos patrones rítmicos y repetitivos de las fuerzas naturales, a su vez, programan nuestro ADN para llevar a cabo todas las actividades físicas siguiendo un horario óptimo y preciso. 

“La salud de cada célula del cuerpo depende, pues, del grado en que dejamos que nuestro cuerpo se sincronice y esté en armonía con los ciclos del día y de la noche. 

Andreas Moritz

Todos los sucesos externos que ocurren en la naturaleza están vinculados a sucesos similares en el interior del cuerpo humano. La salida del Sol en la naturaleza, por ejemplo, hace que «amanezca» en nuestro organismo. Nos despierta y nos pone en marcha. La luz de la mañana entra en nuestros ojos tan pronto como los abrimos. En primer lugar, nuestras lentes oculares descomponen la luz en todo su espectro cromático (los siete colores). Inmediatamente, los distintos rayos de luz viajan hasta la glándula rectora del organismo, el hipotálamo. Después, esta glándula, que controla el reloj biológico corporal, envía mensajes lumínicos codificados a la glándula pineal, que a menudo recibe el nombre de «tercer ojo». Esos mensajes contienen instrucciones precisas para que la glándula pineal segregue hormonas.

Una de las hormonas más potentes de la glándula pineal es un neurotransmisor llamado melatonina. La secreción de la melatonina sigue una pauta regular de 24 horas. La melatonina alcanza los niveles de producción máximos entre la 1 y las 3 de la madrugada y tiene el nivel más bajo al mediodía. La glándula pineal secreta esta hormona directamente en el flujo sanguíneo, por lo que está de inmediato a disposición de todas las células del organismo para decirles «qué hora es» en la naturaleza, es decir, cuál es la posición de la Tierra con respecto al Sol. También informa a un gen concreto del ADN de cada célula sobre cuándo llega el momento de morir para ser sustituida por una célula nueva. Sin la oportuna secreción de la melatonina se prolonga el período propicio a la división celular y se desarrollan células cancerosas, según las últimas investigaciones sobre el cáncer (Estudio de enfermeras, 2006).

El cerebro sintetiza otro importante neurotransmisor, la serotonina, que está relacionada con nuestra sensación de bienestar. Tiene gran influencia en los ritmos del día y de la noche, en el comportamiento sexual, la memoria, el apetito, los impulsos, el miedo e incluso las tendencias suicidas. Al contrario que la melatonina, la serotonina aumenta con la luz del día su nivel de secreción más alto se produce al mediodía- y también con el ejercicio físico y la ingesta de azúcar. Es interesante destacar que más del 95 % de este importantísimo neurotransmisor se forma en los intestinos, no en el cerebro. Esta conexión entre intestinos y cerebro muestra la importancia crucial que tienen una buena alimentación y unas funciones digestivas saludables para el bienestar general tanto del cuerpo como de la mente. El aumento o el descenso de los niveles de melatonina y de serotonina indican a las células si es de día o de noche y si tienen que estar más activas o bien frenar su actividad. Este intrincado mecanismo asegura que todas las funciones físicas estén sincronizadas con los cambios rítmicos de la naturaleza. A esto se le llama «arrastre».

“La cantidad de melatonina de que dispone el cuerpo en respuesta a la oscuridad de la noche depende de la concentración de serotonina secretada en respuesta a la cantidad de luz natural que recibimos durante el día.”

Andreas Moritz

Cualquier alteración de los ritmos circadianos causa alteraciones en la secreción de las hormonas melatonina y serotonina. Este desequilibrio hormonal, a su vez, produce unos ritmos biológicos irregulares, que a su vez pueden perturbar el funcionamiento armonioso de todo el organismo, incluida la digestión de los alimentos, el metabolismo celular y el equilibro hormonal. De pronto podemos sentirnos «fuera de onda» o desestabilizados y estar más susceptibles a desarrollar una enfermedad, desde un simple resfriado hasta un dolor de cabeza, una depresión o incluso un tumor canceroso. La glándula pineal controla la reproducción, el sueño y la actividad motriz, la presión arterial, el sistema inmunológico, las glándulas pituitaria y tiroidea, el crecimiento celular, la temperatura corporal y muchas otras funciones vitales. Todas ellas dependen del ciclo regular de la melatonina, que está controlado, una vez más, por la capacidad de nuestro cuerpo de sincronizarse con los ritmos de la naturaleza. La cantidad de melatonina de que dispone el cuerpo en respuesta a la oscuridad de la noche depende de la concentración de serotonina secretada en respuesta a la cantidad de luz natural que recibimos durante el día. Cuando la luz diurna disminuye, la serotonina se descompone automáticamente en melatonina. 

Si el cuerpo produce una buena cantidad de serotonina con la luz natural, también producirá una cantidad suficiente de melatonina durante la noche, siempre que uno mantenga los ojos cerrados. (Cuando estamos expuestos a la luz, la glándula pineal no secreta melatonina en cantidad suficiente.) La glándula pineal empieza a secretar melatonina entre las 21.30 y las 22.30 (según la edad). A menos que se tomen estimulantes, como alimentos o cafeína, a esas horas, la melatonina induce de un modo natural al sueño o al sopor. 

La melatonina puede incluso frenar los efectos del envejecimiento, según un estudio realizado con animales por unos científicos españoles de la Red Nacional de Investigación sobre el Envejecimiento (RNIE). Con un nivel de melatonina en sangre suficientemente alto, el cuerpo puede regenerarse y rejuvenecerse por sí mismo. De este modo se mantiene la buena salud, la vitalidad y la longevidad. 

Nota: las píldoras de melatonina son muy populares como remedio para el insomnio, pero interfieren en la producción de melatonina del organismo, cuya dosificación y ritmo está perfectamente sincronizada con los ritmos circadianos. 

Los ciclos de melatonina y serotonina dependen totalmente uno de otro y están controlados de modo preciso por el cambio ambiental. Si uno hace caso omiso de esos cambios de ritmo de la naturaleza y lleva una vida contraria a sus leyes, es muy probable que el cuerpo y la mente se desincronicen. Ésta es una de las causas principales de enfermedad física y mental. 

Uno de los grandes secretos de la buena salud radica en descubrir nuestra íntima relación con el universo. Cualquier sensación de separación entre nosotros y la naturaleza es sólo mental, no física. El cuerpo constituye un vínculo esencial con el mundo exterior. Todos sus esfuerzos están encaminados a permanecer sincronizados con nuestro entorno inmediato y también con el más distante, incluida la Luna.

Moritz, Andreas. Los secretos eternos de la salud (SALUD Y VIDA NATURAL) (Spanish Edition) (pp. 240-243). EDICIONES OBELISCO S.L.. Kindle Edition.

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