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El cáncer de piel causado por las cremas de protección solar

Las lociones de protección solar que contienen ácido paraaminobenzoico. Un reciente informe hecho público por la FDA de Estados Unidos revela que 14 de 17 cremas bronceadoras que contienen PABA pueden ser cancerígenas.
Mujer aplicando protector solar en sus manos
El Sol es completamente inofensivo a menos que expongamos nuestro cuerpo durante prolongados períodos de tiempo, sobre todo entre las 10.00 y las 15.00 horas (en verano). La exposición excesiva al sol nos hace sentir muy acalorados y molestos y nos quema la piel. Para evitar quemarnos y para sentirnos mejor, nuestro instinto natural nos llevará a buscar un lugar sombreado o a darnos una ducha refrescante. Sin embargo, las cremas de protección solar interfieren en esta respuesta natural del cuerpo a la luz solar.
 
Los protectores isolares bloquean los rayos UV de dos maneras: o bien con un filtro físico, como polvos de talco, óxido de titanio u óxido de zinc o bien con un filtro químico, entre cuyos componentes están el metoxicinamato, el ácido p-aminobenzoico, la benzofenona y otros agentes que absorben ciertas frecuencias de rayos UV del Sol mientras que dejan pasar otras. Las lociones de protección solar que contienen ácido paraaminobenzoico (PABA), por ejemplo, no sólo anulan los efectos terapéuticos y curativos de la luz solar, sino que además pueden producir daños genéticos en la piel. Un reciente informe hecho público por la FDA de Estados Unidos revela que 14 de 17 cremas bronceadoras que contienen PABA pueden ser cancerígenas. Otras investigaciones han demostrado que el PABA ocasiona mayores daños genéticos en el ADN de las células cutáneas mientras se toma el sol. Esas alteraciones de los genes y los cromosomas anulan la capacidad de las células para autorreproducirse como es debido. Los rayos UV dañan el ADN en presencia del PABA, pero atribuir este efecto a los rayos UV equivale a decir que el oxígeno es peligroso porque al reaccionar con átomos de carbono se transforma en un producto de desecho nocivo para nuestra sangre.

El cuerpo necesita los rayos UVB, por ejemplo, para sintetizar la vitamina D, sin la cual no podríamos sobrevivir. ¿Es extraño, por tanto, descubrir que hoy en día haya muchas personas que sufren cáncer de piel sin apenas haber estado nunca expuestas a la luz solar?

Andreas Moritz

La mayoría de los protectores solares protegen contra los rayos UVA, UVB o ambos. Todos tienen, además, un factor de protección solar (FPS) que indica la duración de la protección frente a las quemaduras en comparación a la exposición solar sin loción protectora. Así, por ejemplo, un FPS 15 indica que la protección durará 300 minutos en las personas que normalmente pueden estar al sol sin quemarse durante 20 minutos. Los FPS se aplican únicamente a la protección frente a los rayos UVB, no frente a los rayos UVA, pero como la efectividad de esas cremas desaparece bastante antes del tiempo calculado, los crédulos bañistas se aplican continuamente sobre la piel enormes cantidades de esos venenos químicos.
 
La piel no es de plástico, sino que está formada por células vivas. La constante guerra bioquímica que se libra en la superficie de la piel incide en sus propios mecanismos de protección, los destruye y hace que la piel sea susceptible de sufrir daños permanentes y experimente un crecimiento anormal de sus células. Tales sospechas han aconsejado eliminar algunos productos químicos contenidos en las cremas de protección solar, como el 5-metoxipsoraleno.
 
Pero el principal problema del uso de filtros solares es que hacen que las personas que toman el sol lo hagan durante mucho más tiempo que lo que normalmente sería prudencial. Un informe médico británico, realizado en junio de 1996 y publicado como artículo de cabecera en la prestigiosa revista British Medical Journal, señalaba que el uso de protectores solares podía provocar más casos de cáncer de piel porque inducía a tomar el sol durante más tiempo. Su uso puede posponer muchas horas la aparición de quemaduras por insolación. Muchas personas creen que las cremas de protección solar son beneficiosas, cuando en realidad ponen su vida en peligro. Los médicos que elaboraron este informe citaban estudios realizados en 1995 en Europa occidental y en Escandinavia, en los que se demostraba que las personas que utilizaban con frecuencia las cremas de protección solar sufrían índices de cáncer de piel desproporcionadamente más elevados. El informe dice: «Los protectores solares sólo protegen contra los rayos ultravioleta B y, por tanto, comportan una mayor exposición a los rayos ultravioleta A (UVA) que la que se produciría de otro modo». En otras palabras, hay muchas personas que se exponen mucho más a los rayos UVA de lo que harían si no utilizaran ninguna loción solar. Las quemaduras solares, en realidad, son la respuesta defensiva natural del organismo contra un daño mayor, como el cáncer de piel. Sin protección solar, la piel empieza a picar de un modo desagradable cuando se expone excesivamente al sol. En cambio, cuando se utilizan cremas no se aprecia si el cuerpo ya ha recibido suficiente sol, pues la primera línea de defensa –la quemazón insoportable– ha quedado alterada.
 

El cuerpo necesita los rayos UVB, por ejemplo, para sintetizar la vitamina D, sin la cual no podríamos sobrevivir. ¿Es extraño, por tanto, descubrir que hoy en día haya muchas personas que sufren cáncer de piel sin apenas haber estado nunca expuestas a la luz solar?

Andreas Moritz

En condiciones normales (sin protección solar), una persona nunca tomaría demasiados UVA, incluso aunque permaneciera tumbada al sol durante muchas horas; aunque se quemara la piel debido a la exposición excesiva a los rayos UVB, aun así seguiría estando protegida frente a un exceso de rayos UVA. Como descubrió el doctor Ackerman, si bien las quemaduras solares pueden alterar temporalmente las funciones inmunológicas y dañar la piel, no existen pruebas de que causen cáncer de piel. El informe de British Medical Journal concluía que los expertos médicos «apenas saben algo de la relación existente entre las quemaduras causadas por el sol y el cáncer de piel». Esta afirmación se refiere a todos los tipos de cáncer de piel, especialmente al más letal de todos: el melanoma. A pesar del número ingente de investigaciones que se han llevado a cabo sobre el cáncer de piel, no existe ningún indicio de que el melanoma maligno tenga que ver con la exposición a los rayos UV. Lo que sí se sabe a ciencia cierta es que los filtros solares no sólo no protegen la piel frente al cáncer, sino que, por el contrario, lo estimulan al ampliar la absorción de rayos UVA. De ahí que los filtros solares sean mucho más peligrosos de lo que jamás podría llegar a ser la luz solar. Queda la pregunta de si los filtros solares concebidos para captar tanto la radicación UVA como la UVB pueden resolver los problemas. La investigación científica ha demostrado que tampoco previenen el cáncer de piel. En primer lugar, la piel se ve sometida al ataque ácido que se produce al aplicar la crema. En segundo lugar, al captar los rayos UVA y UVB, el cuerpo se ve privado de los rayos solares más importantes que le permiten mantener la necesaria capacidad inmune y otros numerosos procesos fundamentales. El cuerpo necesita los rayos UVB, por ejemplo, para sintetizar la vitamina D, sin la cual no podríamos sobrevivir. ¿Es extraño, por tanto, descubrir que hoy en día haya muchas personas que sufren cáncer de piel sin apenas haber estado nunca expuestas a la luz solar?

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Moritz, Andreas. Los secretos eternos de la salud (SALUD Y VIDA NATURAL) (Spanish Edition) (pp. 610-613). EDICIONES OBELISCO S.L.. Kindle Edition.
 
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