La vida actual es más «inflamatoria» que la de antes. El estrés crónico reduce la sensibilidad de las células inmunitarias al cortisol. Es decir, el sistema defensivo del organismo se desactiva y es incapaz de luchar contra una amenaza real. Frena la capacidad de regulación inflamatoria y, por lo tanto, nuestro cuerpo es incapaz de defenderse contra los peligros. De hecho, tras las situaciones de amenaza, miedo o tensión se activan sustancias —prostaglandinas, leucotrienos, citoquinas… que pueden resultar dañinas para los tejidos. Esta es la causa por la cual en esos momentos somos más propensos a contraer infecciones. ¿A quién no le ha sucedido que unos días después de comenzar las vacaciones, enferma? Nuestro cuerpo se debilita y cede paso a algún catarro, infección de orina o gastroenteritis…
Esta alteración del cortisol-sistema inmunológico hasta los genes. Sabemos que «el cortisol tóxico» altera hasta los niveles más profundos. La células «nuevas» llegadas desde la médula ósea serán insensibles al cortisol desde el nacimiento. Esto puede ser la causa de muchas enfermedades y trastornos de hoy en día. Estamos en pleno campo de experimentación.
«La sola idea de sentirse amenazado aumenta la producción de las citoquinas inflamatorias, proteínas que pueden resultar muy dañinas para distintas células del organismo. Esto suele asociarse a una reducción de células de nuestro sistema inmune, lo que nos hace más proclives a contraer infecciones.»
Marían Rojas Estapé
¡Y al contrario! Cuando, en lugar de sentirnos amenazados por otros, nos sentimos comprendidos y colaboramos con los demás, se activa el nervio vago, que forma parte del sistema parasimpático.
¿Qué sucede cuando, por estrés, problemas de diversa índole, temores o tensión, el nivel de cortisol permanece elevado durante mucho tiempo? Las personas que viven constantemente estresadas, alerta o con miedo, sufren un mayor deterioro de sus células y un envejecimiento precoz. Hoy sabemos que muchas enfermedades se activan y comienzan tras periodos de estrés crónicos donde las personas conviven con esas sensaciones.
El nivel de cortisol, como hemos explicado, sube en circunstancias de miedo, de amenaza, de tristeza o de frustración. Si estamos «intoxicados» por cortisol, esta hormona está inundando la sangre en lugar de la serotonina o la dopamina, hormonas que tienen un impacto positivo y de bienestar en el cuerpo y en la mente.
Esta sintomatología se produce a tres niveles: físico, psicológico y conductual o de comportamiento.
FÍSICO
Te enumero algunos: caída de pelo —alopecia—, temblor de ojo, sudoración excesiva de manos y pies, sequedad de la piel, sensación de nudo en la garganta, opresión en el pecho, sensación de ahogo, taquicardias, parestesias —adormecimiento de extremidades—, problemas y cambios gastrointestinales, colon irritable, dolores musculares, problemas en la tiroides, migrañas, tics, artritis, fibromialgias…
«El cortisol inhibe la producción de MSH —hormona estimulante de los melanocitos—. Estos se encargan de dar color al pelo y a la piel. Esa es la razón por la cual, tras estados de estrés mantenidos, pueden surgir canas o cambios de coloración en la piel.»
Marían Rojas Estapé
En mujeres es muy frecuente que se vea alterado el ciclo menstrual, ya que las hormonas responsables de este son especialmente sensibles al estrés. Muchos de los problemas de fertilidad están relacionados con un estado inflamatorio de la mujer. En los últimos años he presenciado numerosos casos de pacientes mujeres que, tras ser tratadas con dieta y tratamiento antiinflamatorio, han podido quedarse emba razadas. Es un gran campo de estudio que es probable que avance mucho próximamente.
¿Por qué me duele todo?
Golpearse, hacerse heridas, caerse… forman parte de la vida de cualquiera. El organismo responde ante ese accidente poniendo en marcha los mecanismos de autocuración, entre ellos, la inflamación. Esta respuesta es buena y sana porque previene el cuerpo de infecciones y de males peores ayudando a reparar el daño producido en las células y de los tejidos. Esa rigidez en la musculatura —que provoca facilidad de roturas de fibras—, la sensación de dolor constante, de pesadez, tirantez o contracciones que todos hemos experimentado, tienen una explicación cuya causa última no siempre está en el aparato locomotor. El estrés mantenido de forma crónica, la falta de ejercicio sano o la alimentación son algunas de las causas de ese dolor constante. Esta es una de las razones por las que hoy se abusa de los AINES, fármacos antiinflamatorios como el ibuprofeno.
Los dolores musculares no solo son debidos a la inflamación provocada por el mecanismo adrenal-cortisol-inmunlógico, sino por la activación del sistema nervioso simpático que conduce de forma involuntaria al cuerpo a adoptar una muy intensas en la zona mandibular —trastorno de la ATM, articulación temporo-mandibular—. Se producen debido a un movimiento constante de apretar los dientes —bruxismo—, que acaban desgastándolos y dañando la articulación de la mandíbula. El bruxismo es especialmente intenso durante la noche. Hoy es muy común dormir con aparatos adaptados para este problema.
PSICOLÓGICO
Se produce un cambio en los patrones de sueño, irritabilidad, tristeza, incapacidad para el disfrute, apatía y abulia. En un estado permanente de alerta surgen fallos de concentración y/o de memoria, etc. La ansiedad permanente es la puerta deslizante hacia la depresión. Muchas depresiones provienen de vivir alerta durante largos periodos de tiempo. La corteza prefrontal es una zona del cerebro que se encarga de la concentración, de la resolución de problemas, de la gestión de impulsos y de la planificación. Cuando el organismo activa el modo miedo o alerta, esa zona se «desactiva», funciona en modo su-pervivencia. Resulta más complicado discernir con claridad, manejar la situación de forma eficaz o canalizar ciertas emociones intensas.
La memoria es muy sensible a los niveles de cortisol. El hipocampo es la zona del cerebro responsable del aprendizaje y de la memoria, y se ve afectada directamente por cambios en los niveles de cortisol. Seguro que te habrá pasado: llegas a un examen que llevabas más o menos bien preparado pero al que acudes muy nervioso y te quedas en blanco. ¡Pero si te lo habías estudiado! Explicado de forma sencilla: lo que te ha sucedido es que has bloqueado tu hipocampo por culpa de un aumento súbito de cortisol. Esos nervios anticipatorios, cuya fuente es un «y si suspendo, qué va a pasar, no me acuerdo, seguro que me preguntan lo que no me sé…», bloquean el hipocampo y la memoria, provocando que nuestros temores, inicialmente infundados, se hagan realidad.
CONDUCTUAL
Con altos niveles de cortisol uno tiende al aislamiento, no le apetece ver a sus amigos o familiares. Le cuesta iniciar una conversación y esquiva las actividades habituales. Por otra parte, se muestra inexpresivo en actos sociales, sin ganas de abrirse a otros.
«El estrés fisiológico —eustrés— no es malo ni tóxico, todo lo contrario. Es la respuesta natural que el organismo activa ante una amenaza real o imaginaria, imprescindible para la supervivencia en los momentos de peligro y que nos ayuda a responder de la mejor forma posible ante el desafío. Lo realmente perjudicial sucede cuando, desaparecida o siendo infundada dicha amenaza, la mente y el cuerpo siguen percibiendo la sensación de peligro o miedo.»
Marían Rojas Estapé
Rojas Estapé, Marian. Cómo hacer que te pasen cosas buenas + Encuentra tu persona vitamina (pack) (Spanish Edition) (pp. 78-83). Espasa. Kindle Edition.