Hasta el momento se han identificado varias docenas de problemas cutáneos. Sin embargo, al igual que un espejo, cada uno de ellos refleja el estado de la sangre, de los órganos y de los sistemas del organismo. Entre los problemas cutáneos más conocidos se hallan el acné, pruritos, diferentes dermatitis, estafilococos de la piel, eripselas, foliculitis, forúnculos (diviesos), carbúnculos, hidradenitis supurativa, infecciones causadas por levaduras, candidiasis, escabies, pediculosis, erupciones, verrugas, rosáceas, hipertricosis, alopecia, pseudofoliculitis barbae, quistes queratinosos, psoriasis, lichen planus, necrolisis epidérmica tóxica, eritemas multiformes, granuloma anular, pemfigus, ictiosis, queratosis pilar, callosidades, llagas, hipopigmentación (vitíligo), hiperpigmentación, lunares, lipomas, angiomas, papilomas cutáneos, granulomas piogénicos, queratosis seborreica, carcinoma celular basal, carcinoma celular escamoso, melanoma maligno, enfermedad de Pager, sarcoma de Kaposi, estrías, arrugas, manchas hepáticas, venas varicosas, venas vasculares, enfermedades venéreas, herpes y otras.
“Los parches farmacológicos, los ungüentos, los productos químicos, los tratamientos cosméticos, los rayos X y los aerosoles pueden ser extremadamente dañinos y a menudo agravan los problemas cutáneos. “
Andreas Moritz
La piel es el órgano más grande del cuerpo y pesa de 3 a 5 kg. Está vitalmente vinculada a cada una de las partes del cuerpo y es un fiel reflejo del estado interior del organismo. La piel puede «leerse», lo que proporciona pistas muy importantes sobre la condición de la sangre, la linfa y los diferentes órganos y sistemas corporales. «Leer» la piel es una de las formas de diagnóstico más precisas. Si la piel enferma, no es lógico tratarla sólo superficialmente. Los parches farmacológicos, los ungüentos, los productos químicos, los tratamientos cosméticos, los rayos X y los aerosoles pueden ser extremadamente dañinos y a menudo agravan los problemas cutáneos. En vez de tratarla superficialmente, debe prestarse atención a la causa de esos sintomas. La piel exterior se extiende sobre los labios, llega hasta las fosas nasales y continúa hasta las partes más internas del cuerpo. Esto forma la piel interior, que reviste los orificios (entradas y salidas), así como todo el tracto gastrointestinal. La textura de la piel exterior, el color y la apariencia pueden reflejar una deficiencia nutricional de alguna parte del interior del organismo. La inflamación no es una enfermedad, sino una respuesta curativa adecuada que lleva a cabo el cuerpo para librarse por sí mismo de sustancias irritantes y dañinas. Si sigue el desequilibrio o la inflamación interna, la piel exterior seguirá sufriendo trastornos (a menos que los síntomas se eliminen por medio de fármacos u otras medidas).
Cuando las funciones Vata del cuerpo están mermadas, los órganos secretores se sobresaturan y necesitan liberarse de esa sobrecarga excretando en la piel los residuos dañinos y putrefactos. Una vez que todos los órganos secretores han vuelto a la normalidad y han conseguido regenerarse, una piel de aspecto feo, llena de granos, acorchada e inflamada vuelve a recuperar su estado natural, bello y lustroso. Los pruritos u otras erupciones desaparecen e incluso la hinchazón y las arrugas de la piel se suavizan
Los cambios de color, manchas, granos, espinillas, ampollas, asperezas, callosidades, sequedad, grasa, flaccidez, durezas y falta de elasticidad indican una intoxicación interna y actúan como un constante recordatorio de que el individuo afectado debe mejorar su higiene interior. Las principales vías de excreción del cuerpo son el hígado, los riñones, los intestinos, el sistema linfático y la piel. Cuando la cantidad de toxinas es inusualmente grande, la piel tiene que ayudar a eliminarlas, pero debido a ello sufrirá inflamaciones. Una piel de aspecto enfermizo dice mucho sobre la batalla que está librando el cuerpo física, emocional y mentalmente. Si la piel no está sana, significa que el sistema mente-cuerpo necesita atención. La mayoría de «enfermedades infecciosas de la piel» no son más que los esfuerzos que realiza el cuerpo para expulsar las sustancias tóxicas y limpiarse por sí mismo. Las erupciones específicas de la piel (por ejemplo, la escarlatina, el sarampión, la viruela, la varicela, etc.) son un simple indicativo de que el cuerpo está pasando por una crisis tóxica interna.
“Una piel sana debe excretar más de 350 g de residuos al día.”
Andreas Moritz
Las enfermedades cutáneas son una indicación visible y útil del estado general del cuerpo. La gravedad de la inflamación de la piel está vinculada a la cantidad de tipos de toxinas que ella misma tiene que eliminar para aliviar la carga de los demás órganos excretores. Los trastornos de la piel son una simple prueba de que el cuerpo elimina detritos tóxicos a través de ella. Una piel sana debe excretar más de 350 g de residuos al día. Cuando el cuerpo retiene más de esta cantidad en la piel a fin de proteger los órganos vitales, parte de los residuos acaba acumulándose en los tejidos cutáneos, lo cual produce irritaciones e inflamaciones.
Hay personas más propensas que otras a tener problemas de piel. Esto viene determinado en gran parte por la debilidad inherente de ciertos órganos internos, como el hígado, los riñones, los pulmones y los intestinos. En mi propio caso, mi madre, antes de nacer yo, sufrió tres brotes de hepatitis, de ahí que yo tuviera un hígado débil y empezara a desarrollar cálculos desde muy temprana edad. (Desde que me limpié el hígado, lo tengo sano y fuerte.) Sin embargo, una debilidad inherente no es responsable en sí misma de la enfermedad, que viene determinada por el individuo. Debido al estrés, a la dieta desequilibrada, al estilo de vida y a una exposición excesiva a las toxinas, el eslabón más débil de la cadena hereditaria decide qué órgano, tejido o función fallará antes. Esto determina, a su vez, qué tipo de problemas cutáneos se desarrollarán, como por ejemplo ampollas, granos, sarpullidos, prurito, ronchas, verrugas, lunares, lesiones o tumores. Todo este tipo de problemas cutáneos son resultado de las toxinas presentes en la sangre y la linfa y que intentan escapar del cuerpo a través de la piel. La congestión de los órganos excretores y los errores en la dieta y el estilo de vida son las causas principales de la piel seca o grasa, de su atrofia, de las manchas y de los granos. Además de introducir los cambios adecuados en la propia dieta y el estilo de vida, los baños regulares de sol en todo el cuerpo y también en la cara curan el acné y prácticamente cualquier problema cutáneo con rapidez.
Moritz, Andreas. Los secretos eternos de la salud (SALUD Y VIDA NATURAL) (Spanish Edition) (pp. 233-236). EDICIONES OBELISCO S.L.. Kindle Edition.