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Qué pueden provocar las estatinas

La reducción artificial del colesterol en sangre mediante remedios sintéticos suprime la acción protectora y puede generar muchísimos problemas de salud.
pastillas redondas en la mano de una persona

Las estatinas son medicamentos que inhiben la producción de colesterol. Actualmente, la mayoría de las personas pensarán que es bueno. Las estatinas consiguen reducir el colesterol inhibiendo la producción en el cuerpo de mevalonato, un precursor del colesterol. Cuando el cuerpo genera menos mevalonato, las células producen menos colesterol y, por tanto, disminuye también el nivel de colesterol en sangre. Esto puede parecer correcto a la mayoría de las personas. Sin embargo, el mevalonato también es un precursor de otras sustancias que desempeñan muchas funciones biológicas que sin duda nadie quisiera infravalorar.

Los medios de comunicación y los médicos insisten en que el principal objetivo es acabar con el exceso de colesterol para que no obstruya las arterias y provoque ataques al corazón. Sin embargo, este planteamiento más bien simplista nos llevará por el camino de la amargura.

“Contrariamente a lo que sabemos sobre la importancia real del colesterol, quieren hacernos creer que esta sustancia fundamental es un elemento peligroso que no hace más que arruinarnos la vida. “

Andreas Moritz

El caso es que cada célula de nuestro organismo necesita colesterol para sobrevivir en un medio acuoso y evitar que su membrana se agriete o se vuelva porosa. Aunque ésta sea una función muy importante del colesterol, la siguiente es absolutamente imprescindible para prevenir un infarto de miocardio.

Si la dieta que tomamos contiene muchos compuestos ácidos, como proteínas cárnicas, azúcar y grasas trans, las membranas celulares resultan fácilmente dañadas y han de ser reparadas. Para llevar a cabo esta reparación, el organismo libera gran cantidad de hormonas corticoides que hacen que se aporte más colesterol a las células. Como podemos ver, una de las numerosas tareas del colesterol consiste en reparar los tejidos dañados. Se sabe que éstos contienen gran cantidad de colesterol, incluidos los que forman las arterias. En otras palabras, cuando una arteria resulta dañada debido a un exceso de ácido o a la acumulación de proteínas en sus paredes, lo más probable es que el cuerpo utilice colesterol para repararla. El aumento de la demanda de colesterol desencadena una respuesta natural del hígado, que es capaz de cuadruplicar la producción si hace falta. El hecho de que esta respuesta de emergencia comporte un aumento del nivel de colesterol en sangre no sólo es de sentido común, sino también deseable. Evidentemente, esto puede obligarnos a cambiar cualquier prejuicio negativo que tengamos con respecto al papel del colesterol en el organismo. El colesterol no es nuestro peor enemigo, sino nuestro mejor amigo.

Aparte de la acción protectora de nuestra salud, hay otras muchas razones por las que no debemos intervenir en el sofisticado mecanismo de producción de colesterol por parte del cuerpo. Cuando pasamos por encima de este mecanismo vital o lo perturbamos para reducir el colesterol, provocamos un verdadero problema. Y esto es precisamente lo que hacen las estatinas administradas para reducir el colesterol. Si el organismo tiene motivos para aumentar los niveles de colesterol en sangre, lo hace exclusivamente para protegerse. La reducción artificial del colesterol en sangre mediante remedios sintéticos suprime esta acción protectora y puede generar muchísimos problemas de salud, empezando con la interrupción de la producción de hormonas adrenales. Esto puede provocar las siguientes dolencias:

  • Problemas de glucemia (azúcar en sangre)
  • Edema (acumulación de líquidos en los tejidos)
  • Deficiencias de minerales • Inflamación crónica
  • Dificultades de curación
  • Alergias
  • Asma
  • Pérdida de libido
  • Infertilidad
  • Diversos trastornos del aparato reproductor
  • Lesiones cerebrales

El último efecto citado –lesiones cerebrales– puede ser uno de los más problemáticos que se derivan el uso prolongado de estatinas. Un estudio de control de casos publicado en 2002 por la Academia de Neurología de Estados Unidos reveló que la exposición prolongada a las estatinas puede incrementar sustancialmente el riesgo de polineuropatía, un trastorno neurológico que ocurre cuando numerosos nervios periféricos de todo el cuerpo funcionan mal al mismo tiempo.

El problema de los nuevos medicamentos a base de estatinas es que no producen efectos secundarios inmediatos, como era el caso de los fármacos utilizados anteriormente para reducir el colesterol. Estos antiguos medicamentos impedían su absorción por el intestino, dando lugar a náuseas, indigestión y estreñimiento. Su efectividad era mínima y el grado de satisfacción de los clientes muy bajo. Los nuevos medicamentos a base de estatinas causaron furor de un día para otro porque permitían reducir 50 puntos el nivel de colesterol sin ningún efecto secundario importante que se manifestara de inmediato. Gracias a la falsa noción de que el colesterol es el causante de la enfermedad cardiovascular, las estatinas se han convertido en el remedio milagroso del siglo XXI y en el principio activo de los medicamentos más vendidos de todos los tiempos. La promesa de los grandes laboratorios es que si uno sigue tomando sus fármacos durante toda la vida, siempre estará protegido frente a la enfermedad más mortífera para el ser humano. Sin embargo, la ecuación encierra dos importantes fallos. El primero es que nunca se ha demostrado que el colesterol sea la causa de la enfermedad cardiovascular. El segundo es que, al reducir el colesterol con ayuda de las estatinas, se puede hacer que el cuerpo enferme gravemente. La industria se enfrenta ahora a un número creciente de informes que enumeran los efectos secundarios que se ponen de manifiesto muchos meses después del comienzo del tratamiento.

Un estudio de 1999 del Hospital de Santo Tomás, en Londres, halló que el 36 % de los pacientes que tomaban la dosis máxima de Lipitor describieron efectos secundarios y que el 10 % de los pacientes que tomaban la dosis mínima también los mencionaron. El aumento constante de efectos secundarios patentes y ocultos (como la lesión hepática) no tiene nada de extraño. Los «beneficios» de Lipitor observados en una fase temprana del estudio iniciado con miras a la aprobación del medicamento fueron tan convincentes que el estudio se suspendió unos dos años antes de lo previsto. El ensayo clínico no duró lo suficiente para demostrar que Lipitor tiene efectos secundarios a largo plazo que pueden ser devastadores para la vida humana.

Los efectos secundarios de Lipitor, entre otros, son aerofagia, dolor de estómago o calambres, diarrea, estreñimiento, ardor de estómago, jaqueca, visión nublada, aturdimiento, sarpullidos o prurito, estómago revuelto, dolores musculares, flojera, calambres musculares o debilidad acompañada o no de fiebre. Cualquier producto que perturbe continuamente la digestión de los alimentos puede causar prácticamente cualquier tipo de enfermedad, como cardiopatía, cáncer, diabetes, esclerosis múltiple, la enfermedad de Alzheimer, trastornos cutáneos, reumatismo, etc. Los efectos secundarios más frecuentes son los dolores musculares y la debilidad. La doctora Beatrice Golomb, de San Diego, California, está llevando a cabo actualmente una serie de estudios sobre los efectos secundarios de las estatinas. Golomb ha observado que el 98 % de los pacientes que toman Lipitor y un tercio de los que toman Mevachor (una dosis más baja de estatina) tenía problemas musculares, como fuertes dolores en la pantorrilla y dolores de pie. Cada vez más pacientes de larga duración (a partir de tres años) experimentan dificultades con el habla, problemas de equilibrio y fatiga grave. Estos efectos secundarios comienzan a menudo con trastornos del sueño. Pueden afectar a habilidades motrices de precisión y mermar las funciones cognitivas. No es raro observar una pérdida de memoria. Cuando los pacientes dejan de tomar estatinas, los síntomas suelen reducirse o desaparecer. Un estudio alemán más reciente, publicado el 25 de julio de 2005 en The New England Journal of Medicine, descubrió que los medicamentos a base de estatinas para rebajar el colesterol no sólo no ayudan a los enfermos graves de diabetes, sino que las estatinas también pueden duplicar su riesgo de sufrir una apoplejía mortal.

En realidad, incluso pueden incrementar enormemente el riesgo de padecer un infarto de miocardio por el hecho de reducir el nivel de una importante enzima hepática, CoQ10. Esta enzima protege al cuerpo de cardiopatías y distrofias musculares, de la enfermedad de Parkinson, de cáncer y diabetes. La ingesta de CoQ10 como suplemento, en cambio, apenas comporta ventaja alguna. En otras palabras, la administración de estatinas puede condenar al paciente a una degeneración progresiva que no podrá detener a menos que deje de tomar medicamentos tan peligrosos.

He observado en mi propia consulta que los consumidores regulares de estatinas acumulan una cantidad excesiva de cálculos de colesterol en los conductos biliares del hígado y la vesícula, que puede provocar, a su vez, un gran número de enfermedades crónicas.

Antes de decidirse a tomar Lipitor u otras estatinas conviene reflexionar sobre cuatro cuestiones básicas:

  • Si una persona es alérgica a cualquier otro medicamento, debe informar al médico y al farmacéutico. Esto plantea, por supuesto, la cuestión del número de pacientes que siguen este consejo.
  • Se supone que se ha de informar al médico y al farmacéutico de los medicamentos recetados o no recetados que está tomando, especialmente fármacos antiácidos o antifúngicos, como otraconazol (Sporanox) y ketoconazol (Nizoral); digoxina (Lanoxin), eritromicina, medicamentos inmunosupresores como ciclosporina (Neoral, Sandimmune), anticonceptivos orales (píldoras para evitar el embarazo), otros medicamentos que reducen el colesterol, como la colestiramina (Questran), colestipol (Colestid), gemfibrozil (Lopid), niacina (ácido nicotínico) y vitaminas. Puede que uno se pregunte cuántas personas siguen este consejo y cuántos médicos piden esta información a sus pacientes.
  • Hay que informar al médico de si se padece o ha padecido alguna enfermedad hepática o renal, una infección grave, hipotensión arterial o ataques epilépticos. ¿Cuántas personas saben realmente si tienen los conductos biliares del hígado repletos de piedras, si los riñones contienen gran cantidad de cálculos o si su tensión arterial es inferior a la aceptable?
  • Hay que informar al médico si se una está embarazada o pretende tener un hijo o está amamantando a un bebé. Si una mujer se queda embarazada cuando toma Lipitor/atorvastatina, en realidad debería dejar de tomar este medicamento y acudir inmediatamente al médico, ya que puede dañar al feto. Si el medicamento puede dañar al feto, tal vez tenga que preguntarse qué más daños puede causar.
  • Si uno se va a someter a una intervención quirúrgica, aunque sea la extracción de una muela, debe informar al médico o dentista de que está tomando Lipitor/atorvastatina. ¿Cuántas personas se acuerdan de hacerlo?
  • Conviene consultar al médico sobre el consumo seguro de alcohol durante el tratamiento con Lipitor. El alcohol incrementa los efectos secundarios causados por Lipitor/atorvastatina. Muchos médicos olvidan explicar a los pacientes los riesgos potenciales con respecto al alcohol y muchos pacientes hacen caso omiso de cualquier advertencia, a menudo con consecuencias graves.
  • Debe evitarse cualquier exposición innecesaria o prolongada a la luz solar o, en todo caso, llevar ropa protectora, gafas de sol y una crema de protección solar. Lipitor/atorvastatina hace que la piel se vuelva sensible a la luz solar. La afección ha de ser bastante grave cuando el Sol se torna tan peligroso que uno ha de ocultarse de él. La falta de exposición al Sol reduce los niveles de vitamina D e incrementa con ello el riesgo de padecer cáncer y otras muchas enfermedades.
  • Para que los medicamentos tengan efecto, es preciso seguir una dieta baja en colesterol y en grasa. Este tipo de dieta incluye queso fresco, leche desnatada, pescado (no enlatado en aceite), verduras, pollo, clara de huevo, aceites poliinsaturados y margarinas (aceites de maíz, cártamo, canola y soja). Hay que evitar los alimentos que contienen demasiada grasa, como carne (especialmente hígado y carnes grasas), yemas de huevo, leche entera, nata, mantequilla, manteca, bollería, pasteles, galletas, mantequilla de cacahuete, chocolate, olivas, patatas chip, coco, queso (salvo el queso fresco), aceite de coco, aceite de palma y alimentos fritos. ¿Cuántos pacientes reciben estos consejos dietéticos de su médico o siquiera los siguen?

Moritz, Andreas. Los secretos eternos de la salud (SALUD Y VIDA NATURAL) (Spanish Edition) (pp. 698-705). EDICIONES OBELISCO S.L.. Kindle Edition.

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