Escrito por 5:49 pm Efecto placebo

La curación depende del paciente

El estado mental del paciente, que incluye sus emociones y su aceptación subconsciente o su resistencia a curarse, es el criterio principal a la hora de determinar el grado de éxito del tratamiento.
Hombre contento sobre su cama
Gran parte de los investigadores médicos sabe que el estado mental y emocional de un paciente puede determinar que un medicamento o un tratamiento sea efectivo o no. Si se trata de un enfermo que sufre depresión, ansiedad, estrés, una crisis emocional o un trauma, el tratamiento prescrito será mucho menos eficaz. Ello explica por qué los fármacos tienen un índice tan bajo de buenos resultados, con un promedio de sólo un 35 %. La mayoría de las personas no siente mejoría alguna con los medicamentos y muchas se quejan de efectos secundarios dañinos y, en ocasiones, desastrosos.
 
Cualquier experimento científico que ensaya un fármaco frente a un placebo, o cualquier persona que tome tal fármaco, debe formularse las siguientes cuatro cuestiones cruciales:
 
  1. ¿Hay menos sujetos que sufren depresión, ansiedad o algún trauma en el grupo experimental que en el grupo que recibe un placebo?
  2. ¿Tendría el experimento un resultado diferente si el grupo de control tomara el fármaco y el grupo experimental el placebo
  3. ¿Sería idéntico el resultado del experimento si se pidiera a los investigadores que realizan la prueba a los diferentes grupos que intercambiaran el grupo placebo y el del tratamiento farmacológico?
  4. ¿Se arriesgaría cualquier laboratorio farmacéutico a repetir el mismo experimento con diferentes sujetos si ello produjera unos resultados bastante distintos o incluso totalmente contrarios?

«Cualquier trauma, estado de tristeza, depresión, rabia o conflicto no resuelto, actual o pasado, puede comportar una programación inconsciente de las células del paciente que desconecte sus receptores tanto para las sustancias producidas internamente como para las administradas externamente.«

Andreas Moritz

Es importante tener en cuenta que un medicamento o un tratamiento concreto puede producir resultados diferentes en las personas y, por tanto, puede no considerarse objetivamente eficaz. Puede que un medicamento no funcione en determinado paciente a menos que él «permita» que resulte efectivo. El estado mental del paciente, que incluye sus emociones y su aceptación subconsciente o su resistencia a curarse, es el criterio principal a la hora de determinar el grado de éxito del tratamiento. De hecho, el tipo de terapia a que se somete puede tener un significado secundario.
 
El doctor Herbert Benson, un prestigioso investigador de la Universidad de Harvard, dijo en cierta ocasión: «La mayor parte de la historia de la medicina es la historia del efecto placebo». En otras palabras, la capacidad para curar una enfermedad reside exclusivamente en el paciente. Cualquier trauma, estado de tristeza, depresión, rabia o conflicto no resuelto, actual o pasado, puede comportar una programación inconsciente de las células del paciente que desconecte sus receptores tanto para las sustancias producidas internamente como para las administradas externamente. Esto puede inutilizar cualquier intervención médica, cuando no hacerla contraproducente. Es bien sabido que si el paciente se halla en estado de shock, por ejemplo, no puede ser tratado ni intervenido quirúrgicamente. El mismo principio se aplica, aunque en un grado menor, a la condición subjetiva de un paciente cuando se somete a un tratamiento, por ejemplo, para superar un tumor canceroso. Está claro que, dado que los fármacos tienen un índice de fracaso del 65 %, los medicamentos no se llevan la baza: es más bien quien recibe los fármacos el que determina si se produce la curación o no. Una verdadera curación requiere confianza en uno mismo y en el propio cuerpo y tener la profunda convicción de que merece estar sano. Una vez que el cuerpo recibe la luz verde que emana de él mismo –del ser consciente que es cada uno de nosotros–, espontáneamente desencadena la respuesta curativa y se hace cargo de los detalles necesarios. Los diferentes niveles de confianza y convicción que cada paciente pone en el resultado de un fármaco pueden explicar la amplia variedad de respuestas que han observado directamente médicos del mundo entero. Un mayor grado de confianza puede aumentar, sin duda, el efecto placebo de un 25 a un 75 % de eficacia. Por ejemplo, el índice de curación de úlceras duodenales en los grupos de placebo de estudios clínicos controlados oscila entre un 20 y un 70 %. A menos que los investigadores estudien también el estado psicológico de los sujetos, es muy poco probable que se pueda saber quién responderá positivamente a un placebo.

«Una verdadera curación requiere confianza en uno mismo y en el propio cuerpo y tener la profunda convicción de que merece estar sano.«

Andreas Moritz

Algunos enfermos manifiestan un alivio del dolor después de haberles inyectado agua esterilizada. De 3 a 4 pacientes de cada 10 que se someten a una intervención quirúrgica y que tienen serias heridas (causadas por úlceras) experimentan un alivio significativo del dolor una vez se les ha inyectado una solución salina. En la medicina moderna no existen métodos fiables que permitan determinar o garantizar qué pacientes responderán a un placebo. Asimismo, es imposible predecir cómo responderá un paciente a un tratamiento farmacológico real o a una intervención. De hecho, el estado subjetivo de la persona desempeña un papel primordial, cuando no determinante, a la hora de superar una enfermedad. Es bien sabido que las heridas pueden causar o no dolor, dependiendo de si la persona considera la lesión «buena» o «mala». Según informes médicos, muchos soldados heridos en las batallas de la Segunda Guerra Mundial, cuando estaban en los hospitales, ni siquiera necesitaban analgésicos, pues se sentían a salvo y de vuelta a casa. Para ellos, estar heridos era lo mejor que les podía suceder. Por otra parte, una herida de la misma gravedad sufrida en la vida civil a causa de un accidente puede causar un tremendo dolor y un gran trauma cuando se asocia a la pérdida de salud, movilidad y medios económicos. Esto indica que la interpretación que damos a una situación concreta determina el efecto que ésta tendrá en nuestras vidas.
 
Moritz, Andreas. Los secretos eternos de la salud (SALUD Y VIDA NATURAL) (Spanish Edition) (pp. 47-50). EDICIONES OBELISCO S.L.. Kindle Edition.
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