La medicina ayurvédica siempre ha contemplado el cuerpo humano y sus intrincadas funciones como un todo. Hace miles de años, el Ayurveda afirmó que la principal causa de la mala salud y de la muerte prematura se halla en el sistema digestivo. Los antiguos sanadores consideraban que el intestino delgado era una parte extremadamente importante del cuerpo en virtud de las funciones vitales que desempeña, entre ellas la síntesis y la absorción de ciertos nutrientes esenciales para el sistema nervioso y la eliminación de la materia fecal. Tal es así que, sin el movimiento interior de los fluidos (Vata), los residuos y los nutrientes, el cuerpo moriría.
Vata se traduce como «aire» o «movimiento», y como tal está presente en todo el cuerpo. Pensemos en nuestro cuerpo como en una red de diferentes canales, conductos o vasos a través de los que se transportan alimentos, aire, agua, sangre, linfa y residuos. El sistema nervioso, el sistema circulatorio, el sistema linfático, el tracto intestinal, los bronquios, los pulmones, los conductos biliares, las vías hormonales y los conductos celulares, todo ello forma parte de una enorme y compleja red sustentada en el movimiento y la fuerza del Vata. Un movimiento reducido o excesivo en el organismo hace que el cuerpo enferme, mientras que un movimiento equilibrado lo mantiene sano y fuerte. Así pues, es fácil imaginar que los síntomas más comunes de una enfermedad (palabra que procede del latín infirmus, que significa «débil»), como dolor, nerviosismo o fatiga, sobrevienen de modo natural cuando los movimientos o funciones se complican o dificultan. Si el Vata (movimiento) es excesivo, puede producirse hiperactividad e hipertensión; si el Vata disminuye y se detiene, puede sobrevenir el estreñimiento o el bloqueo de los conductos biliares. La congestión de las arterias coronarias, las paredes de los vasos sanguíneos, los nódulos linfáticos, los conductos urinarios, la glándula prostática, los senos, el útero, la glándula tiroides y otras partes del organismo son el resultado del mal funcionamiento del Vata.
«El fluido bloqueado del Vata es el responsable de cientos de enfermedades que la medicina convencional intenta eliminar por medio de fármacos sin prestar la debida atención a la causa de la congestión. «
Andreas Moritz
El Vata, una de las tres fuerzas principales (doshas) que controlan todas las funciones orgánicas, se encarga de modo especial y directamente de la adecuada actividad de los intestinos. La sede del Vata está en el colon. Si el intestino grueso está libre de cualquier obstrucción, el Vata puede llevar a cabo sus importantes actividades en el resto del cuerpo y ello garantiza que todos los sistemas funcionen de modo óptimo. Por otra parte, cuando en el intestino grueso existe una acumulación de materia fecal y capas de mucus (AMA) endurecidas, las funciones de eliminación del Vata disminuyen drásticamente en el colon y también en el resto del cuerpo. De modo similar, la acumulación de piedras en el hígado y en la vesícula dificulta el transporte de bilis por el Vata y, por tanto, queda afectado el AGNI, el fuego digestivo. La congestión de esas dos importantes partes del cuerpo, directa e indirectamente, incrementa la retención de sustancias perjudiciales en el tracto intestinal. A raíz de ello, las células sanas que constituyen el tracto intestinal ya no tienen suficiente «espacio» para respirar. Al dejarlas sin su sustento vital, muchas simplemente mueren y son reemplazadas por los restos de alimentos tóxicos no digeridos. Otras células más resistentes mutan en células cancerosas. Nota importante: sentarse en la taza de váter a la manera occidental fuerza a realizar cierta presión, lo que hace que la evacuación sea difícil e incompleta. Los seres humanos estamos preparados para realizar las funciones corporales en cuclillas, como hacen las poblaciones indígenas. Para vaciarse el colon necesita que las caderas lo compriman. Además, para asegurar la evacuación total de las heces, hay que relajar el músculo puborrectal y la válvula ileocecal del intestino delgado debe cerrarse. Sin tener en cuenta estos requisitos, la taza del váter impide prácticamente vaciar el colon por completo. Al estar sentados, el músculo puborrectal fuerza al recto en su posición natural y lo «estrangula», por lo que el Vata se bloquea. Después sobreviene el estancamiento de las heces y el desarrollo de hemorroides, apendicitis, pólipos, colitis ulcerosa, síndrome de colon irritable, diverticulos y cáncer de colon. En cambio, la posición de cuclillas relaja el músculo puborrectal y fortalece el recto. Los niños de todas las culturas adoptan por sí mismos esa postura instintivamente para evacuar. Se ha demostrado que si a los niños no se les «reeduca» para que aprendan a sentarse en los inodoros occidentales, muy raramente desarrollan esos trastornos intestinales, a menos que tengan una dieta y un estilo de vida inadecuados.
Moritz, Andreas. Los secretos eternos de la salud (SALUD Y VIDA NATURAL) (Spanish Edition) (pp. 206-209). EDICIONES OBELISCO S.L.. Kindle Edition.