La leche es un alimento que genera mucha mucosidad, y puede causar irritación y congestión en el tracto gastrointestinal. Cuando se consume regularmente, la leche puede llegar a formar un recubrimiento cada vez más duro e impermeable en el interior de las membranas intestinales; ello limita la absorción de nutrientes, incluido el calcio, el magnesio y el cinc que necesitamos para formar nuestros huesos. Es casi imposible tratar de modo eficaz, con medicamentos naturales, a personas que siguen congestionando su sistema digestivo con leche o productos lácteos; los medicamentos no son capaces de atravesar la capa endurecida de mucosidad que se ha formado ya en los intestinos.
«La mayoría de las personas no tomarían leche si no estuvieran tan influenciadas por el mito de que la leche es esencial para los huesos.»
Andreas Moritz
Si se es propenso a padecer osteoporosis u osteoartritis, conviene tener en cuenta los siguientes datos:
- La leche de vaca puede ser muy rica en calcio, pero su desproporción entre calcio y magnesio puede dificultar su absorción. En determinadas personas o tipos corporales, el calcio puede depositarse en lugares en los que no hace falta, lo que comporta la calcificación de huesos y otras partes del cuerpo.
- La mayor parte del calcio contenido en la leche de vaca está vinculado con la caseína, un producto químico contenido en la leche demasiado crudo para ser absorbido por las membranas intestinales humanas. La leche de vaca contiene 300 veces más caseína que la leche humana. Se puede conseguir más calcio absorbible con de seis a ocho almendras o de una cucharadita de melaza que con un litro de leche de vaca.
- La leche de vaca contiene más fósforo que calcio. Para metabolizar tanto fósforo, el cuerpo necesita cantidades suplementarias de calcio, que tiene que extraer de los huesos, los dientes y los músculos. Esto provoca una deficiencia de calcio en esas partes del cuerpo. Para compensar la repentina pérdida de calcio, el cuerpo intenta movilizar una mayor cantidad del mismo. Como se ha señalado anteriormente, el cuerpo dispone de varios métodos para fabricar este mineral que tanto necesita. Si dependiera totalmente del aporte de calcio del exterior, el 80 % de la población actual a los 30 años habría perdido por lo menos un tercio de la masa ósea. Gracias a este mecanismo autorregulador, somos capaces de sobrevivir incluso con dietas extremadamente pobres y con una ingesta de calcio mínima. Podemos incluso ayunar tomando exclusivamente agua destilada durante varias semanas sin que se manifieste ninguna deficiencia de calcio (el agua destilada elimina calcio del cuerpo). Sin embargo, si el consumo de productos lácteos se prolonga durante mucho tiempo, las reservas de calcio se agotan con mayor rapidez de lo que tardan en reponerse, con el consiguiente deterioro del tejido óseo.
- Las proteínas de la leche contienen alrededor de tres veces más aminoácidos azufrados que las proteínas de origen vegetal. El consumo regular de leche y productos lácteos acidificaría la sangre y la mataría si el cuerpo no movilizara grandes cantidades de minerales para salvarse de la muerte ácida. Sin embargo, a largo plazo, esta medida de urgencia conduce a la desmineralización de tejidos y órganos y a la consiguiente acidosis.
- El almacenamiento de cantidades excesivas de proteína láctea en los tejidos conectivos y en las membranas basales de los vasos capilares limita la transmisión de minerales y vitaminas esenciales a los tejidos del cuerpo. Esto da lugar al agotamiento de nutrientes en los tejidos, especialmente de los que forman los huesos y las articulaciones.
Las vacas conservan los huesos y los dientes fuertes y robustos durante toda la vida y sacan la mayor parte del calcio de las hierbas que comen. Los gorilas, los elefantes y otros animales grandes tampoco sufren osteoporosis. Ocasionalmente lamen piedra caliza, aunque, evidentemente, esto no bastaría para aportar las grandes cantidades de calcio que precisan para construir y mantener sus pesados esqueletos. Si la leche fuera la fuente de calcio más útil e importante para los animales adultos, la naturaleza habría ideado, sin duda, diversas maneras de aportárselo por medio de la leche a lo largo de toda la vida. Pero, en cambio, sólo toman leche en las fases iniciales de la vida.
El cuerpo humano necesita grandes cantidades de bilis para digerir la leche entera. Beber leche entera regularmente puede agotar finalmente la capacidad del hígado para producir bilis, y beber leche desnatada empeora todavía más las cosas. La leche desnatada requiere menos bilis para digerir la grasa contenida en la leche, pero la proteína de la leche no se puede digerir sin las elevadas concentraciones naturales de grasa en la leche. Además, sin la suficiente bilis tampoco es posible digerir o absorber el calcio adecuadamente. Las grandes cantidades de proteína láctea no digerida aumentan la acidez del cuerpo, y el calcio no utilizado puede dar lugar a la calcificación de las articulaciones, las arterias y los riñones. Todo ello puede hacer que los alimentos proteínicos bajos en grasa resulten peligrosos para la salud.
Las hortalizas de hoja verde contienen cuatro veces más calcio que la leche entera. También hay mucho calcio en las almendras, la melaza negra, las semillas de sésamo, el brécol, las nueces de Brasil, el mijo, la avena y los cítricos. El calcio contenido en estos alimentos es fácilmente absorbido por el sistema digestivo humano, siempre que funcione adecuadamente. La osteoporosis y la osteoartritis son básicamente trastornos digestivos causados por una grave congestión y una dieta y un estilo de vida desequilibrados, pero casi nunca por una ingesta insuficiente de calcio. La osteoporosis es una afección prácticamente desconocida en lugares como África, donde la gente ingiere muchas menos proteínas que en los países desarrollados.
Moritz, Andreas. Los secretos eternos de la salud (SALUD Y VIDA NATURAL) (Spanish Edition) (pp. 1039-1042). EDICIONES OBELISCO S.L.. Kindle Edition.