Todos los estimulantes son «dulces» de tomar, pero sus efectos son «amargos». Se llega a depender de ellos sin que apenas la persona se dé cuenta. Si alguien está acostumbrado a beber unas cuantas tazas de café al día, debe intentar decirse: «Voy a hacer un ayuno de café», lo que significa que no tomará café en todo el día, para observar cómo se siente a lo largo de la jornada. Después de unas cuantas horas sentirá una sensación de pesadez de cabeza, debilidad y falta de energía en todo el cuerpo. Hay personas que empiezan a tener dolor de cabeza por la tarde, otras bostezan y se sienten alicaídas. Son los efectos de la falta de café en la dieta de un día concreto, pero en realidad revelan la debilidad que el café está causando en el corazón. Quizás haya quien diga: «Pero si beber café es algo normal; todo el mundo lo hace». La mayoría de las personas de los países industrializados enferman gravemente en algún momento de su vida. En Estados Unidos, por ejemplo, una de cada dos personas desarrollará un cáncer en algún momento de su vida. Esto tampoco se puede considerar una experiencia «normal».
Los estimulantes, presentes en el café, el té y el tabaco, son sustancias de efecto rápido bien recibidas por aquellos que necesitan una inyección de energía, despejarse o sentirse más optimistas y animados. Pero dado que esos estimulantes no aportan energía propia, ¿de dónde proviene ese estímulo? Está claro que es el cuerpo el que lo genera. Los estimulantes son toxinas nerviosas que desencadenan una fuerte reacción en el cuerpo. Cuando se fuma un cigarrillo o se bebe una taza de café o una bebida energética, la energía obtenida se debe a la respuesta inmune. Por consiguiente, el aumento de energía física es en realidad una pérdida de energía para el organismo.
«Los estimulantes son toxinas nerviosas que desencadenan una fuerte reacción en el cuerpo. «
Andreas Mortiz.
Hoy día, muchas personas beben café descafeinado creyendo que así evitan los efectos adictivos de la cafeína. La publicación norteamericana Consumer Reports mandó analizar recientemente el café descafeinado que se dispensa en seis de las cafeterías más populares de Estados Unidos. Una taza de café normal tiene de 85 a 100 mg de cafeína, mientras que una taza de café descafeinado tiene de 5 a 32 mg (aproximadamente la misma cantidad que en una lata de Coca-Cola Classic). Tres o más tazas de café descafeinado, además de seguir conteniendo una cantidad significativa de cafeína, pueden provocar un aumento del colesterol nocivo LDL al incrementar un tipo determinado de lípidos en sangre, vinculados al síndrome metabólico, según un estudio presentado en las Jornadas Científicas de 2005 de la Sociedad de Cardiología de Estados Unidos. El café descafeinado se produce con más vainas que el café normal, y los ácidos fuertes que contienen potencian la incidencia de la acidez de estómago, la osteoporosis, el glaucoma y la artritis reumatoide. El café descafeinado incrementa, de hecho, cuatro veces más el riesgo de desarrollar artritis reumatoide, en comparación con las personas que beben normalmente café con cafeína o té. En otras palabras, si se piensa que no se puede funcionar sin café, es mucho mejor beber una taza de café auténtico, sin procesar (o, mejor todavía, del café saludable del que se hablará más adelante).
Hay otras causas que originan una pérdida de energía, como, por ejemplo, la alimentación excesiva o la ingesta de alimentos no naturales. La alimentación natural, si bien tiene un efecto estimulante, aporta dosis adecuadas de energía y ayuda a mantener las funciones del organismo. Este tipo de estímulo mantiene el equilibrio fisiológico o la homeostasis. Por otra parte, comer en exceso cualquier tipo de alimento causa un sobreestímulo, lo mismo que comer sistemáticamente entre horas. Una actividad sexual excesiva, trabajar demasiado, el estrés y el miedo pueden ocasionar también un sobreestímulo. De este modo, el cuerpo, en un intento de afrontar las cada vez mayores demandas a las que tiene que responder, empieza a producir en exceso sus propios estimulantes.
«Con un sobreestímulo constante, incluso una persona fuerte y sana puede tornarse finalmente frágil, debilitarse y convertirse en un enfermo crónico. «
Andreas Mortiz.
Éstos son las hormonas del estrés: adrenalina, cortisol, epinefrina, cortisona, endorfina, prolactina, etc., necesarias para que el cuerpo pueda mantener sus actividades más esenciales. Pero abusar de la respuesta al estrés día tras día y, por tanto, malgastar la energía corporal conlleva un precio tanto en el cuerpo como en la mente. Uno de los efectos secundarios indeseables de la excesiva secreción de adrenalina, por ejemplo, es la constricción de los vasos sanguíneos, incluidos los que abastecen al sistema digestivo. Ello disminuye enormemente la capacidad del cuerpo para digerir los alimentos y eliminar los productos de desecho perjudiciales. Como consecuencia, las bacterias destructivas comienzan a descomponer los materiales de desecho, generando en este proceso potentes toxinas. Muchas de estas toxinas pasan a la linfa y a la sangre. Las toxinas tienen un efecto extraordinariamente estimulante en el organismo, pudiendo hacer que una persona se comporte de un modo hiperactivo. Las reservas de energía del organismo acaban consumiéndose más y más, lo que conduce inevitablemente a una crisis de toxicidad o a una enfermedad aguda. La crisis de toxicidad puede debilitar el organismo hasta el punto de que éste sea incapaz de funcionar. En estas condiciones, el cuerpo distribuye sólo la energía para las funciones más vitales, de manera que la sensación de desfallecimiento, náuseas o debilidad es un fenómeno perfectamente natural. Eso ayuda al cuerpo a mantener la energía y a utilizarla para descomponer las toxinas y eliminarlas de la zona congestionada. Si las causas que consumen la energía van disminuyendo, el cuerpo irá recuperando su equilibrio, pero si no es así, el organismo podría caer en una crisis tras otra y el paciente enfermaría gravemente.
Café saludable: he aquí una buena noticia para los amantes del café que gozan con esta bebida, pero sin sus efectos secundarios desagradables y nocivos. La empresa WholeFoodFarmacy.com ha sacado al mercado un café elaborado con vainas de auténtico café, pero que no provoca el típico ardor de estómago ni produce excitación. Se trata de una bebida saludable que tiene muchas propiedades, entre ellas la de aumentar las defensas. Es un café delicioso, cultivado con métodos biológicos en el monte, perfectamente tostado y de comercio justo. Esas vainas de café están mezcladas con cuatro especies de hongos muy antiguos y famosos: Cordyceps sinensis, Ganoderma lucidum (Reishi), Agaricus blazer y Coriolus versicolor. Conocidos por sus grandes virtudes inmunológicas, estos hongos aportan una sensación de bienestar inmediata. Este café puede beberse incluso para relajarse y antes de ir a la cama.
Moritz, Andreas. Los secretos eternos de la salud (SALUD Y VIDA NATURAL) (Spanish Edition) (pp. 77-80). EDICIONES OBELISCO S.L.. Kindle Edition.
(Visited 61 times, 1 visits today)